Últimamente
he estado leyendo el libro el “Cerebro Femenino” de Louann Brizendine, una neuropsiquiatra
que analiza y explica los últimos avances en neurología en torno al
funcionamiento del cerebro humano, sobre todo a las diferencias garrafales que
hay entre el cerebro femenino y masculino, dejando por sentado de forma
científica, lo que nosotras ya sabemos por añadidura: que las mujeres somos
bien distintas de los hombres.
Al
respecto esta vez me gustaría compartir con ustedes algunos alcances que hace
esta prestigiosa doctora con respecto al cerebro femenino y a su comportamiento
materno y durante la lactancia.
(…) A medida que la cabeza del bebé
pasa a través del canal del parto, se disparan las aportaciones de oxitocina en
el cerebro de la madre, activando nuevos receptores y creando cientos de nuevas
conexiones entre las neuronas. El resultado
en el parto puede ser la euforia inducida por la oxitocina y la dopamina, así
como los sentidos hondamente incrementados del oído, tacto, vista y olfato.
(…) Para la madre humana, los
adorables olores de la cabeza , la piel, el culito de su recién nacido, hacen
brotar la leche del pecho; otros fluidos corporales que la han bañado durante
los primeros pocos días quedarán químicamente implantados en su cerebro y podrá
distinguir el olor de su bebé entre todos los demás con un 90% de precisión. Ese proceso rige también para los llantos de
su hijo y sus movimientos corporales. El tacto de la piel del bebé, el aspecto
de los deditos de manos y pies, los breves llantos y gritos entrecortados
quedan ya tatuados en el cerebro de la madre.
En el plazo de horas o días, puede embargarla un abrumador afán de
protección y se establece en ella la agresividad maternal. Su fuerza y resolución de cuidar a ese
pequeño ser y de protegerlo se apoderan por completo de los circuitos
cerebrales maternos. La madre siente que
podría para la marcha de un camión con su propio cuerpo para proteger a su
bebé. El cerebro se le ha modificado y
junto con él la realidad. Tal es quizás
el cambio de la realidad más importante que ocurre en la vida de una
mujer.
(…) Las madres con su instinto
agresivo y protector intensamente exacerbado, se vuelven en extremo celosas en
todos los aspectos de manejo de su casa, especialmente en lo tocante a la
seguridad infantil (…) Igual que un sistema global de actitud humana, los
centros cerebrales de una madre para la vista, el sonido y el movimiento están
orientados a monitorizar y seguir a su bebé.
Esta vigilancia incrementada puede adquirir todas las formas posibles,
dependiendo de la amenaza que una madre perciba contra la seguridad y
estabilidad de su “nido”. Incluso es
algo normal el replanteamiento de las obligaciones del marido como
proveedor.
Los circuitos cerebrales maternos
cambian también en otros aspectos. Las madres pueden tener mejor memoria
espacial que las que no han tenido hijos y pueden ser más flexibles, adaptables
y valerosas. (…) Estos cambios duran toda
la vida, según han visto los investigadores. (…) Semejante transformación es
válida incluso para las madres adoptivas.
En tanto permanezcas en contacto físico continuado con el niño, tu
cerebro emitirá oxitocina y formará los circuitos necesarios para hacer y
mantener el cerebro maternal. (*)
(*) El Cerebro Femenino
Louann
Brizendine
Pág.
122- 125
Siii, leí ese libro, es genial (salvo que no comparto lo de la terapia hormonal)
ResponderEliminarMe encantó este post Paulina. Gracias por hacernos llegar más información para comprender los aspectos "incomprendidos" de ser madre. Saludos!
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